Gunthar Weber, discípulo del maestro Berth Hellinger, se abrió el camino en la aplicación de las constelaciones organizacionales, cuando observó que los mecanismos subyacentes a los sistemas familiares se podían aplicar a las organizaciones, empresas e instituciones, haciendo algunas salvedades que no aplicaban allí.
Las organizaciones sanas se caracterizan porque allí a todo el mundo les gusta trabajar, pues todos son y se sienten reconocidos en lo que son. Cuando cada elemento está en su sitio, el sistema, la organización está tranquila puede funcionar adecuadamente. Cuando las personas están desajustadas, la persona padecen (G. Echegaray)
Síntomas como la pérdida de fuerza de la empresa, falta de liderazgo, fracaso en los objetivos, o conflictos entre personas, denotan que algo ocurre y es allí cuando una intervención sistémica ayuda a recobrar el equilibrio y la paz.
Esto permite ver que los principios, de la pertenencia, la jerarquía y el equilibrio, llamados los órdenes del amor, base fundamental de constelaciones son aplicables a las constelaciones organizaciones, que de igual forma han tenido una evolución con otros autores, como Guillermo Echegaray, Cecilio Regojo entre otros.
A pesar que las organizaciones son sistemas complejos, el lenguaje es distinto al de constelaciones familiares, la búsqueda es similar en las dinámicas escondidas, y las soluciones son simples y en ocasiones contundentes.